El imaginario popular saladeño bautizo a este medio de transporte como "Tatú Pire", palabra guaraní traducida con nuestro básico conocimiento de la lengua originaria de Corrientes, significa "Cascara de Tatú", (Tatú Mulita), por la forma parecida de su carrocería con el caparazón del armadillo o Tatú.
La parada de este transporte en Saladas, estaba ubicada en el domicilio de Don Nicasio Maidana, por calle Cabral, al lado del hoy Concejo Deliberante, donde se lleva a cabo en la actualidad, la construcción de un edificio, muchos años enfrente de la casa estilo colonial de Don Maidana, se podía observar la carrocería herrumbrada del "Tatú Pire", que correspondía a una unidad de la marca Chevrolet, modelo 1936.
Dentro de un sinfín de anécdotas pueblerinas del "Tatú Pire", se contaba en Saladas, entre risas a mediados del siglo pasado, que cierta vez una persona había fallecido en la localidad Concepción y habían solicitado un ataúd para ella, y este transporte iba llevando el mismo, resulta que ya no cabían más pasajeros dentro del coche y por súplica una persona, pide que se lo lleve, el chofer le da la única alternativa que quedaba, era ir arriba donde estaba ubicado el cajón para el finado, se larga a llover y este pasajero no tiene mejor idea que guarecerse dentro del féretro, y así va.
Mas adelante otro pasajero pide por favor que lo lleven, arriba solamente, y sube, el mal tiempo seguía, hasta que la lluvia paró y fue entonces que quien venía dentro del cajón sale afuera del mismo, provocando un gran susto al otro que ni se imaginaba lo que estaba viendo con sus propios ojos. Saltó con el coche en movimiento y disparó tan fuerte que superó al andar de la máquina que los llevaba, internándose monte adentro, por el susto que se llevó, se desconoce quien conducía el "Tatú Pire" en esa ocasión, pero al ver esta situación el conductor paro la máquina, y chofer y pasajeros bajaron a buscarle al atemorizado viajero dentro de un monte, siguiendo el relato transmitido por generaciones de saladeños, con lo que podría haberse tergiversado o no, el conductor le dijo al pasajero ¿qué ta te paso chamigo?, a lo que el despavorido viajero le dijo "revivió el muerto", a lo que el conductor, con sabias palabras contesto para calmarlo "no tené que tener miedo de los muertos chamigo, tené que tener miedo de los vivos, che gente", puede tener algo de fantasioso este relato, pero es el rescate de la transmisión oral, en camino a perderse, como tantas sucesos de este pueblo, en su larga historia.
Jueves, 16 de junio de 2016